Tema 1. Nociones preliminares
La
“Introducción” se ocupa fundamentalmente del origen de los escritos que
componen las Sagradas Escrituras: Tiempo y lugar de redacción, autor, ocasión y
propósito, círculo de lectores, integridad literaria, fuentes de cada obra del
Antiguo Testamento.
También
se ocupa de la transmisión de los escritos (historia del texto y traducciones)
y de su colección (origen e historia del canon).
Mediante
esta ciencia se abre el acceso a los escritos. La tarea de recopilar los datos
necesarios para entender un escrito (observaciones filológicas, históricas,
geográficas, sociológicas, incluso hermenéuticas) resultaba insoslayable una
vez que la Biblia comenzaba a ser leída por generaciones que no estuvieron en
contacto con la época de su composición.
La "Introducción a la Sagrada
Escritura", debe tratar de contestar a una serie de interrogantes:
1.
¿En qué sentido la Escritura es
palabra de Dios y es "normativa" para el creyente en Jesús el Cristo?
2.
¿Con qué criterios contamos para
confeccionar una lista completa de
los libros sagrados y cuáles son estos
libros?
3.
¿Cuál y como es la verdad de
la Escritura?
Para
comprender esta Palabra de Dios escrita ¿es suficiente hacer una lectura igual
a la que se hace de cualquier otro texto literario? ¿Cómo es la hermenéutica
bíblica? ¿Qué principios iluminan esta interpretación?
Introducciones en la Biblia
Siempre
ha existido algún tipo de “introducción” a la Escritura, aunque no más fuera
alguna nota suelta. Por ejemplo, en el LIBRO DE LOS SALMOS puede constatarse un
trabajo de “introducción”.
Desde
muy antiguo, fruto del trabajo de los escribas, aparecieron breves
“introducciones” que ofrecían diversos datos, por ejemplo, quién fue el autor
del salmo (David, Asaf, los hijos de Coré), cuáles fueron las circunstancias
históricas de la composición (al menos, según lo recibieron de la tradición),
qué clase de salmo es (poema, lamentación, acción de gracias, canto de amor,
etc.), con qué melodía o con qué instrumentos se ejecuta, en qué ocasión ha de
recitarse (en la angustia, en la enfermedad, para el día de sábado, etc...).
Ejemplos:
Sal 3,1 “Salmo. De David. Cuando huía de su hijo
Absalón”.
Sal 22,1 “Del maestro de coro. Sobre «la cierva de la
aurora». Salmo. De David”.
Sal 45,1 “Del maestro de coro. Según la melodía:
«Lirios…». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor”.
Sal 88,1 “Cántico. Salmo. De los hijos de Coré. Del
maestro de coro. Para la enfermedad. Para la aflicción. Poema. De Hemán el
indígena”.
Sal 92,1 “Salmo. Cántico. Para el día de sábado”.
Sal 120,1 “Canción de las subidas. Hacia Yahveh,
cuando en angustias me encontraba, clamé, y él me respondió”.
El
libro del Eclesiástico (también llamado “de Ben Sirá” o “Sirácida”) comienza
con un prólogo del nieto del autor de libro, traductor de la obra del hebreo al
griego, en el que se ofrecen ciertos datos de la obra y su intención y de las
dificultades de la traducción:
“Muchas e importantes lecciones se nos han transmitido
v.2 por la Ley, los Profetas y los otros que les han seguido, v.3 por las
cuales bien se debe encomiar a Israel por su instrucción y sabiduría. v.4 Mas
como es razón que no sólo los lectores se hagan sabios, v.5 sino que puedan
también estos amigos del saber ser útiles a los de fuera, v.6 tanto de palabra
como por escrito, v.7 mi abuelo Jesús, después de haberse dado intensamente a
la lectura v.8 de la Ley, v.9 los Profetas v.10 y los otros libros de los
antepasados, v.11 y haber adquirido un gran dominio en ellos, v.12 se propuso
también él escribir algo en lo tocante a instrucción y sabiduría, v.13 con
ánimo de que los amigos del saber, lo aceptaran v.14 y progresaran más todavía
en la vida según la Ley. v.15 Estáis, pues, invitados v.16 a leerlo v.17 con
benevolencia y atención, v.18 así como a mostrar indulgencia v.19 allí donde se
crea que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, v.20 no
hemos podido acertar en alguna expresión. v.21 Pues no tienen la misma fuerza
v.22 las cosas expresadas originalmente en hebreo que cuando se traducen a otra
lengua. v.23 Cosa que no sucede sólo en esto, v.24 sino que también la misma
Ley, los Profetas v.25 y los otros libros v.26 presentan no pequeña diferencia
respecto de lo que dice el original. v.27 Fue, pues, en el año treinta y ocho
del rey Evergetes v. 28 cuando, después de venir a Egipto y residir allí, v.29
encontré una obra de no pequeña enseñanza, v.30 y juzgué muy necesario aportar
yo también algún interés y esfuerzo para traducir este libro. v.31 Mucha
vigilia y ciencia he puesto en juego v.32 durante este período, v.33 hasta
llegar a buen término y publicar el libro v.34 para uso de aquellos que, en el
extranjero, quieren ser amigos del saber, v.35 y conformar sus costumbres a una
vida de acuerdo con la Ley. “
Esta
idea de introducir los textos mediante “prólogos” que ayudan a la comprensión
del texto, prosperó.
En
la época cristiana se hicieron famosos los “prólogos marcionitas”, denominados
de esta forma por provenir de MARCIÓN, un cismático que fundó una especie de
contra-iglesia en la Roma del siglo II, y que, entre otras cosas, “definió” un
canon propio de las Escrituras, sólo admitía 10 cartas de Pablo y parte del
evangelio de Lucas, y rechazaba todo lo demás, el AT en pleno incluido. Sus
prólogos eran completamente tendenciosos, manipulando la interpretación de los
textos al servicio de su doctrina.
De
la misma época se conoce el así llamado “CANON DE MURATORI”, una lista de los
textos admitidos en la lectura pública de la Iglesia de Roma, con comentarios
acerca de cuáles y por qué acepta y cuales estima como dudosos. (mas adelante
haremos referencia a estos escritos cuando estudiemos la formación del Canon).
Ya
hacia el siglo V se pueden hallar
prólogos más desarrollados, fruto del trabajo de San Agustín y de San Jerónimo.
La
primera obra escrita como un libro de “Introducción a las Escrituras” de la que
se tienen noticias proviene de un
teólogo de la escuela de Antioquía llamado ADRIANO († 440), pero poco se
sabe de ella: a través del testimonio de CASIODORO –570– conocemos que compuso
una “Introducción a los Divinos Escritos”, donde el monje Adriano se ocupaba,
entre otras cosas, de los principios de interpretación y hacía exégesis de
algunos pasajes difíciles.
La
ciencia de la “Introducción”, tal como hoy se cultiva, tuvo su origen
a partir el siglo XVI. El humanismo, la Reforma, la filosofía de la
Ilustración y el racionalismo de la época trajeron planteamientos nuevos en la
manera de abordar el estudio científico del AT y, en general, de la Biblia. Se
sometió a crítica las tradiciones sobre los autores y fechas de composición.
El
sacerdote oratoriano RICHARD SIMON
(1638 -1712) dio el impulso para un estudio histórico-literario de la Biblia
cuando, en 1678 publicó su “Histoire
Critique du Vieux Testament”. Allí trató la cuestión de los “autores” de los textos bíblicos, hacía una historia de las
principales traducciones y ofrecía reglas de crítica textual de los diversos manuscritos.
La
primera introducción sistemática a
las Sagradas Escrituras la escribía Johann G. EICHHORN, a fines del siglo XVIII
y fue publicada entre 1780 y 1783.
Será, con sus tres partes, el “modelo” de las futuras “introducciones”,
prácticamente hasta la actualidad:
o Introducción General [Contenidos, historia de la
redacción, autenticidad, canonicidad de los libros].
o Historia del Texto
o Introducción Especial [Discusión de cada libro en
particular].
Como
vemos, la ciencia introductoria abarca una multitud de cuestiones (todo lo que
parece necesario o útil para entender la Biblia).
Diversos “nombres” empleados para designar al conjunto de
los libros sagrados
El
libro que es sagrado tanto para los judíos como para los cristianos, está
compuesto por una cantidad de obras que pertenecen a muy distintos géneros
literarios. Si se quisiera poner un título que exprese lo que contienen todas
ellas, no se encontraría una palabra adecuada. En general se emplea el término
“Biblia” para designar a las escrituras consideradas sagradas por antonomasia
en el mundo judeo-cristiano, es decir, las escrituras que están “inspiradas”
por Dios, que contienen la “revelación” de Dios a los hombres, que transmiten
“la Palabra” de Dios. Por eso recibe distintas denominaciones que generalmente
aluden a su carácter sagrado, pero sin definir el contenido de las obras que la
componen:
·
Las Sagradas Escrituras
·
Los Libros Sagrados
·
La Biblia
Esta
última denominación deriva de la lengua griega. Y aunque en castellano se
utiliza como femenino singular, en realidad la palabra en griego es un neutro
plural que significa “los libros”.
Pero,
con sólo recordar las “tapas” de algunas “Biblias”, podremos constatar
inmediatamente que muchas de ellas se presentan además con otros “nombres”:
Libro del Pueblo de Dios Nueva Vulgata
Dios habla hoy Políglota Complutense
Libro de la Nueva Alianza The Revised
Standard Version
O,
utilizando el nombre de “Biblia”, también existen diferencias:
Biblia Latinoamericana Biblia del Peregrino
Biblia de Jerusalén Biblia de América
Santa Biblia Nueva Biblia Española
La Biblia de Casiodoro de Reina (la así llamada “Biblia
del Oso”, más adelante corregida por Cipriano de Valera, conocida como la “Reina-Valera”
o, también la “Biblia del cántaro”, ambas debido a las ilustraciones que
aparecían en la portada.)
Por
no mencionar ciertos nombres más “técnicos”, casi incomprensibles para el común
de los cristianos:
Texto Masorético Aquila
Septuaginta o LXX Teodoción
Recensión de Hesiquio
Peshitta
Símmaco Vetus Latina
De
hecho, ni en las mismas Escrituras, ni en la Tradición, hay un “nombre” en el
sentido propio del término para designar a los Escritos Sagrados, sino que las
denominaciones son variables y vagas. Esto es, aluden a su carácter sagrado y/o
normativo pero sin definir o precisar el contenido de las obras que la componen.
Por
ejemplo, se habla de:
Libro / Libros: En los textos escriturísticos se utiliza el vocablo
“libro”, ”sefer” en hebreo; “biblos”, en griego–. con mucha frecuencia para
designar a algunos de los textos recibidos como sagrados:
Éxodo 17,14 “Yahveh
dijo Moisés: «Escribe esto en un LIBRO para que sirva de recuerdo, y haz saber
a Josué que yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo de los cielos»
“.
Jeremías 25,13 “Y atraeré sobre aquella tierra todas las palabras que
he hablado respecto a ella, todo lo que está escrito en este LIBRO. Lo que
profetizó Jeremías tocante a la generalidad de las naciones”.
Salmo 40,8-9 “dije entonces: Heme aquí, que vengo. Se me ha
prescrito en el rollo del libro v.9 hacer tu voluntad. Oh Dios mío, en tu ley
me complazco en el fondo de mi ser”.
También
se alude a la Ley o a la Alianza.
En
griego, en 2 Mac 8,23 (con el calificativo de “sagrado”, y en singular):
2 Macabeos 8,23 “Además mandó a Esdras que leyera el libro sagrado;
luego: dando como consigna «Auxilio de Dios»: él mismo al frente del primer
cuerpo trabó combate con Nicanor”.
En
Daniel 9,2 se emplea el plural “libros”:
Daniel 9,2 “el
año primero de su reinado, yo, Daniel, me puse a investigar en las Escrituras
(literalmente: “en los libros”) sobre el número de años que, según la palabra
de Yahveh dirigida al profeta Jeremías, debían pasar sobre las ruinas de Jerusalén,
a saber, setenta años”.
El “Nuevo Testamento” nunca emplea la palabra “Biblia”: Se suele aludir a los escritos sagrados, en general, como
“Escritura(s)”:
Romanos 11,2 “Dios no ha rechazado a su pueblo, en quien de
antemano puso sus ojos. ¿O es que ignoráis lo que dice la Escritura acerca de
Elías, cómo se queja ante Dios contra Israel?”
Mateo 21,42 “Y
Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los
constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor
quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?”
Lucas 24,27 “Y,
empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que
había sobre él en todas las Escrituras... v.32 Se dijeron uno a otro: «¿No
estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el
camino y nos explicaba las Escrituras?» ... v.45 Y, entonces, abrió sus
inteligencias para que comprendieran las Escrituras”
En
determinadas ocasiones se le añade el calificativo de “santas” (Romanos 1,2),
“sagradas” (2 Timoteo 3,15), “inspiradas” (2 Timoteo 3,16). También, y en forma
genérica, se dice en el NT: “está escrito”.
Mateo 4,10 “Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está
escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto»“.
Si no, se alude a las “Escrituras” como “la Ley” o “La
Ley y los profetas”
Juan 12,34 “La gente le respondió: «Nosotros sabemos por la Ley que
el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo dices tú que es preciso que el Hijo del
hombre sea levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?»“.
Mateo 7,12 “Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres,
hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas”.
Lucas 24,44 “Después les dijo: «Estas son aquellas palabras mías que
os hablé cuando todavía estaba con vosotros: “Es necesario que se cumpla todo
lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca
de mí.”»“.
Además, cuando comienzan a hacerse las traducciones, las
diversas versiones que iban surgiendo, fueron recibiendo nombres distintos,
para identificarlas.
Primeras “traducciones” (o “versiones”)
Al griego: Lxx (280 – 100 a.C) - Aquila
(139 d.C) - Teodoción (S.I-II) - Símmaco
(Fines S. II) -
Al latin: Vetus latina[4]
(S.II) - Vulgata (S. IV San jerónimo)
Es
interesante nombrar aquí otras ‘traducciones’ al arameo, que más que
“traducciones” son “interpretaciones” y son los llamados “Targumín”, escritos a partir del arameo hablado en Palestino y
escritos con la misma grafía cuadrada del hebreo. En estos Targumín se
encuentra una traducción entremezclada con un comentario o interpretación, un
género literario que excede a lo que podría considerarse una traducción libre.
De hecho “tárgum” significa “interpretación” o “explicación”. Existen Targumín
al Pentateuco (como Onqelos y Palestinos), Targumín a los Profetas y Targumín a
los Escritos.
También, conforme avanza el fenómeno de las copias, es necesario
hacer primero un trabajo de “crítica textual” para fijar primero el texto
–hacer una recensión– y luego recién poder traducirlo. La “crítica textual” es la ciencia que investiga las antiguas copias
manuscritas. Comparándolas –letra por letra– trata de descubrir las diferencias
entre ellas –las “variantes”– para intentar reconstruir con la mayor seguridad
posible la lectura original del texto.
“Recensión”
es un término técnico de la ciencia de la crítica textual. Designa los trabajos
de reconstrucción de un texto sobre la base de manuscritos de proveniencia
diversa, para sustituir los textos demasiado divergentes o incorrectos que
circulaban.
Las Primeras “recensiones”:
Las recensiones cristianas de los LXX
Orígenes (comienzos del siglo III)
Luciano de Antioquía (Siria, fines del siglo II).
Trabajos
modernos de fijación del texto a partir de la crítica textual:
Texto hebreo: Biblia “Kittel” (31929)
Biblia de Stuttgart o “Stuttgartensia” (1967).
Texto de los LXX: Edición de Ralfs (1935-1979).
Texto de NT: Novum Testamentum Graece, de Nestlé- Aland,
(Stuttgart 251963).
The Greek New Testament (Londres
1966).
Y uno de los trabajos más recientes sobre el Nuevo
Testamento y que citamos en la Bibliografia final: “Edición crítica sobre el
texto original griego” de Manuel Iglesias González S.J. (BAC 2017)
Divisiones de la Biblia
La
Biblia de los cristianos está dividida en dos grandes partes, teniendo como
criterio el momento de la aparición de Nuestro Señor Jesucristo. Todos los
libros de la Biblia que fueron escritos por el pueblo judío antes del
nacimiento de Jesús, forman un bloque que se denomina:
·
Antiguo Testamento, o Antigua
Alianza, o Primer testamento, o Primera Alianza.
Son
46 libros (o 47 si la “Carta de Jeremías” se toma como una obra separada del
libro de Baruc). Los judíos, como no reconocen el Nuevo testamento, no
ultilizan la denominación de “Antiguo” o “Primero” para designar esta parte de
la Biblia, que es “su” Biblia.
En
la actualidad, para denominar las Escrituras Sagradas, construyeron una
“sigla”: TaNaK (pronúnciese TANAJ), formada con las iniciales de las palabras
que designan las tres partes principales en que dividen o agrupan los textos
sagrados (cf. Sirácida Prólogo. vv.23-26):
LEY en
hebreo, Toráh
PROFETAS en hebreo, Nebi’îm
ESCRITOS en hebreo, Ketubîm
(Llamados así porque la mayoría de ellos no se recitaba en voz alta durante los
actos de culto sino que estaban destinados únicamente a la lectura.)
Como
podemos ver, esta denominación trata de aproximarse al contenido de los libros
que integran cada parte.
Los
libros de la Biblia que se escribieron después de la muerte y la resurrección
de Jesucristo, y que contienen el testimonio apostólico, componen la parte de
la Biblia católica que se llama:
·
El Nuevo testamento o Nueva
Alianza, compuesto por 27 libros.
Sub-Divisiones de la Biblia hebrea
Ya
dijimos que los Judíos distribuyeron
las Escrituras en tres grandes grupos de libros, según la siguiente lista:
Ley .............................. Génesis; Éxodo; Levítico;
Números; Deuteronomio.
Profetas ...................... Profetas anteriores: Josue; Jueces; 1 y 2 Samuel; 1 y 2
Reyes.
·
Profetas posteriores: Isaías; Jeremías; Ezequiel;
·
Los 12 profetas menores: Oseas; Joel; Amós; Abdias; Jonas; Miqueas; Nahum;
Habacuc; Sofonías; Ageo; Zacarías; Malaquías.
Escritos .................... Salmos; Job; Proverbios; Rut;
Cantar de los Cantares;
Qohélet;
Lamentaciones; Ester; Daniel; Esdras; Nehemías;
1 y 2 Crónicas.
Pero
además de estos libros, hay siete libros del Antiguo Testamento que se
conservan en lengua griega, asi como algunos fragmentos de otros libros.
Algunas de estas obras fueron escritas directamente en griego, pero otras,
habiendo sido escritas en hebreo o arameo, fueron traducidas luego al griego y
la Biblia conservó sólo la traducción. En la actualidad se conoce el texto
hebreo de algunas de ellas.
Estas
obras en griego fueron conservadas por la comunidad judía de Alejandría, que a
partir del S IIIantes de Cristo hizo la traducción al griego de los libros
sagrados, incluyendo algunos que los judíos de lengua hebrea no conservaron com
parte de la Biblia. Esta comunidad de lengua griega también escrbió algunos
libros. La versión griega de los libros del Antiguo Testamento se llama
“Versión de los Setenta” y se abrevia con el número romano LXX.
El
nombre seorigina en una antigua leyenda conservada en un libro llamado “Carta
de Aristeas”, segúnla cual esta traducción habría sido hecha por 72 maestros
judíos a pedidod el rey de Egipto para ser conservada en la famosa Biblioteca
de Alejandría. Habiendo trabajado todos por separado, se constató luego
milagrosamente que las 72 traducciones coincidían exactamente. Esta leyenda
intenta decir que tambiénla traducción griega goza de garantías divinas.
Los
siete libros que se conservan en griego son:
·
Tobías
·
Judit
·
Baruc (con la Carta de Jeremías)
·
Sabiduría de ben Sirá (o
Eclesiástico, o Siracida. No confundir con el Eclesiastés.)
·
Sabiduría de Salomón (o Libro de
la Sabiduría)
·
1 y 2 de Macabeos
Y
los fragmentos griegos son:
·
Dan 3,24-90
·
Dan 13 y 14
·
Est 10, 4-16,24
Los
manuscritos de la traducción griega de
los LXX, aunque con variaciones, suelen distribuir los libros del AT
también en tres grupos, pero con criterios diferentes a los de la Biblia
Hebrea: Ley e Historia, Libros poéticos y libros proféticos:
LEY E HISTORIA .................... Génesis; Éxodo; Levítico; Números;
Deuteronomio; Josué;
Jueces; Rut; 1,2 3 y 4 libros de los Reinos; 1 y 2
Paralipómenos (= Crónicas); ESDRAS
I; Esdras II (= Esdras/ Nehemías); Ester; Judit; Tobías;
1 y 2 Macabeos; 3 y 4 MACABEOS.
POÉTICOS ............................. Salmos; ODAS; Prov; Qoh;
Cant; Job; sabiduría;
eclesiástico; SALMOS DE SALOMÓN.
PROFÉTICOS ......................... Oseas; Amós; Miqueas; Joel;
Abdías; Jonás; Nahum; …
Habacuc; Sofonías; Ageo; Zacarías; Malaquías; Isaías;
Jeremías; Baruc; Lamentaciones; Ezequiel; Daniel.
Como
se puede observar, no coinciden ni la clasificación, ni el número de libros ni
el orden de los mismos.
Como dijimos, además del hebreo, también se
usó el “arameo”. Por ejemplo, en algunas secciones de Esdras (Esdras 4,8-6,18 y
7,2-26) y en algunas secciones de Daniel (Daniel 2,4b-7,28). El arameo era una
lengua muy emparentada con el hebreo, hablada desde finales del segundo milenio
por los seminómades que invaden la “Media Luna Fértil”. Fue el idioma oficial
internacional en tiempos de los asirios, neobabilonios y persas. Se convirtió
en idioma nativo de los antiguos territorios asirio-babilónicos que incluían
Siria-Palestina. El arameo reemplazó al hebreo como lengua común del pueblo
judío después del destierro. Subsistió como lengua dominante hasta el
advenimiento del Islam.
Divisiones y partes de la Biblia
actual
Entonces, la Biblia de los cristianos está dividida en dos grandes
partes, teniendo como criterio el nacimiento de Jesucristo. Todos los libros de
la Biblia que fueron escritos por el pueblo judío antes del nacimiento de Jesús
forman un gran bloque que se denominan:
• El Antiguo Testamento o La Antigua Alianza o El Primer Testamento o La
Primera Alianza.
Son 46 libros en total (o 47 si la 'Carta de Jeremías' se toma como una
obra separada del 'Libro de Baruc').
El Pentateuco
Como ya vimos, la primera parte del Antiguo Testamento está formado por
"La Ley". Se trata de una larga obra que originalmente era un solo
libro, pero que más tarde fue dividida en cinco partes para mayor comodidad en
su manejo (los libros se conservaban en forma de rollos, como todavía en la actualidad
hacen los judíos en sus sinagogas). Los judíos llaman a estos cinco volúmenes
"los cinco quintos de la Ley de Moisés", y las denominan con las
palabras iniciales (en hebreo).
En castellano sería: la primera parte "En el principio"; la
segunda "Estos son los nombres"; etc.
A esta obra así dividida, los griegos le pusieron un nombre griego: "El
Pentateuco", es decir "Los cinco volúmenes", y llamaron a cada
una de estas partes con un nombre griego
que indica aproximadamente el contenido de la obra. Así se los conoce
actualmente:
• "Génesis" (o sea,
"Origen")
• "Éxodo" (o
"Salida")
• "Levítico" (o
"Libro de los levitas")
• "Aritmoi" (o sea
"Números", por el censo con el que comienza) y
• "Deuteronomio" (o
"Segunda Ley")
Los Profetas
El segundo bloque es el llamado "Profetas", que a su vez se
subdivide en Profetas Anteriores y Profetas posteriores. Son los que nuestras
Biblias llaman como Libros Históricos. Estos Profetas Anteriores formaban un
solo libro que más tarde fue dividido por razones de comodidad. Esta parte de
los Profetas comprende seis libros:
• Josué
• Jueces
• 1 Y 2 de Samuel
• 1 Y 2 de Reyes
En la Biblia en griego se ha colocado el libro de Rut entre Jueces y
Samuel y los libros de Samuel y Reyes son llamados "Los cuatro libros de
los Reinados”.
La parte llamada "Profetas Posteriores" incluye los tres
Profetas Mayores (Isaías, Jeremías y Ezequiel), y los doce Profetas Menores.
(Mayores y menores indica solamente la extensión de la obra: tres obras largas y doce obras breves). En la Biblia en griego se ha incluido
el libro de Daniel entre los Profetas Mayores.
Los escritos
Después de estas dos partes de la Ley y los Profetas, existe una tercera
parte que comprende todos los demás libros. Son obras de los más diversos
géneros (los Salmos, los Sapienciales, los Didácticos…). A falta de un título
que los abarque, los judíos los llamaron simplemente” Los Escritos”, como ya
vimos.
EL Nuevo Testamento
Los libros de la Biblia que se escribieron después de la muerte y la resurrección
de Jesucristo, y que contienen el testimonio apostólico, componen la parte que
se llama:
• El Nuevo Testamento o La Nueva Alianza.
Son 27 libros. El Nuevo Testamento fue escrito y se conserva en su
totalidad en lengua griega. El Nuevo Testamento es admitido como libro sagrado,
con todos sus libros, tanto por los católicos como por los protestantes.
El Nueva Testamento también se suele dividir en tres partes:
• Los cuatro Evangelios con el libro de los Hechos.
• Las Cartas (13 cartas de san Pablo - la Carta a los hebreos y las
siete cartas
llamadas
"Católicas").
• El Apocalipsis
División en Capítulos y
versículos
Tanto los libros del Antiguo como del Nuevo Testamento están actualmente
divididos en capítulos y versículos. Los capítulos son trozos más o menos
extensos, los versículos pretenden ser frases numeradas. Esta división en
capítulos y versículos no es original: no fue puesta por los autores, sino que fue
añadida a partir de la Edad Media con la intención de facilitar la búsqueda y
ubicación de los textos.
Después de varios intentos de división del texto que se realizaron desde
la época de los Santos Padres, se adoptó la división en capítulos introducida en
el S. XIII por el Cardenal Stephen Langton, Arzobispo de Canterbury (fallecido en 1228) en
una edición de la Biblia en latín.
La numeración de las frases (los versículos) es del S. XVI y fue
realizada en 1527 por un dominico de
Lucca, Santes Pagnino.
En 1551, el editor francés Robert Estienne publicó una edición del
Nuevo Testamento en griego y latín con esta clase de divisiones.
Finalmente, en 1555, el mismo
hizo una publicación de la Biblia en latín en la que tomó la división de Pagnino para los libros traducidos del hebreo, pero para los traducidos del griego, tanto del Antiguo como del Nuevo
Testamento, hizo una división propia
que es la que actualmente se imprime
en todas las Biblias. Se reconoce que esta división en capítulos y versículos
tiene muchos defectos, pero se conserva porque un cambio en esto traería
mayores complicaciones.
Cómo
se cita la Biblia
Para citar los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento se utiliza las abreviaturas
de los nombres que se encuentran en todas las ediciones de la Biblia (por
ejemplo la Biblia de Jerusalén). Para evitar confusiones conviene ajustarse a
la forma que ofrece alguna Biblia de gran difusión y no hacer
"inventos" de nuevas abreviaturas.
Cuando se cita un texto, después de la abreviatura del libro se coloca el
número de capítulo seguido de una coma, y luego el versículo.
Por ejemplo: Gn 1,26
significa Libro del Génesis, capítulo 1 versículo 26.
Mt 16, 18 significa Evangelio según San
Mateo capítulo 16 versículo 18.
Cuando se citan dos o más versículos seguidos, se pone el primer y el
último número de versículos separados por un guion.
Por ejemplo, para indicar que se
quieren leer los versículos del 16 al 21 del capítulo 3 del Evangelio de Juan,
se escribe: Jn 3, 16-21.
Para citar varios versículos separados de un mismo capítulo, se ponen los
números de versículos separados por un punto. Si se quiere hacer referencia a
los versículos 4 y 12 del Salmo 72, se escribe: Sal 72,4. 12.
Si una cita abarca un texto que va más allá de un capítulo, se escribe de
la forma siguiente: Is 52, 13-53, 12, que significa Libro del Profeta Isaías
desde el capítulo 52 versículo 13 hasta el capítulo 53 versículo 12.
En algunos casos es necesario citar sólo una parte de un versículo, entonces
se lo divide lógicamente y se escribe de esta manera: Gn 2, 4a y Gn 2, 4b.
Cómo
estudiar las Escrituras
Es fundamental que el estudio vaya acompañado de la lectura del texto
sagrado. No se aprovechará el estudio si uno se limita a estudiar sólo lo que
encuentra en un libro de introducción o lo que recoge en apuntes de una clase.
Lo importante no será saber el contenido de estas notas sino conocer el
contenido de la Sagrada Escritura. Para eso, deberá estudiar teniendo siempre
delante el texto bíblico abierto y constatando en él todo lo que encuentra
afirmado en el libro de introducción o en las notas.
Los manuales y libros de introducción no pretenden agotar toda la materia.
Simplemente introducen y sirven de guía. Es necesario buscar material que
permita ampliar. Se recomienda, como lo más fácil de conseguir, que se lea
siempre las introducciones a cada libro de la Biblia que se puede encontrar en
la Biblia de Jerusalén, sobre todo las ediciones más nuevas.
Siempre procure que su Biblia haya sido aprobada por alguna autoridad
episcopal. Para ello, vea las primeras hojas donde aparezca la nota NIHIL
OBSTAT e IMPRIMATUR mas la firma de un Obispo católico, que garantiza que la
traducción está de acuerdo con el uso de la Iglesia y por lo tanto no tiene
obstáculos y puede imprimirse. Si no aparece esta firma, quizá tenga una
traducción de origen no católico y lo más probable es que falten libros.
En la biblioteca personal no deberá faltar una buena Introducción a las
Sagradas Escrituras como la del P. Luis Rivas, “Los libros y la historia de la
Biblia”, de Editorial San Benito.
[1] El siriaco es un dialecto
arameo, con grafía diferente al hebreo, hablado por las comunidades judía y
cristiana al norte de Siria e Irak, al sur de Turquía y al oeste de Persia.
[2] Versión siria más antigua
encontrada del NT
[3] Peshitta significa vulgar
o Común.
[4] Traducción al latín de la
versión griega de los LXX
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