Tema 5. Interpretación y Hermenéutica
Exégesis viene
del término griego exegeomai y significa
sacar del texto su sentido, es decir: deducir el sentido, interpretar.
Recordemos que dijimos en algún momento que la Biblia fue
escrita en Hebreo el Antiguo Testamento casi en su totalidad, excepto los
Libros Deuterocanónicos en griego, y todo el Nuevo Testamento en griego. Pero
este griego no era el griego clásico, sin el llamado “Koiné” (común), que era
el griego hablado en el mundo helénico, más simple en su sistema verbal y con
el agregado de neologismos. Además, en los libros cristianos aparecen muchos
“semitismos”, es decir formas de expresión y palabras introducidas por la
influencia del hebreo.
Esto, unido a lo que hablamos sobre la presencia de los
Géneros Literarios en la Biblia y la necesidad de tenerlos en cuenta al momento
de leer la Biblia, es importante para quienes están encargados de la
interpretación de los textos bíblicos.
Los autores humanos son
verdaderos autores de la Escritura
Otro concepto a recordar antes de entrar en este tema, es
la autoría de la Biblia. Nos enseñaba
DV11 que todos los libros, tanto del AT y del NT, con todas sus partes, han
sido escritos bajo inspiración del Espíritu Santo, y por lo tanto tienen a Dios
como autor y así han sido confiados a la Iglesia. De tal manera que los
hagiógrafos, escritores inspirados, también son considerados verdaderos autores
de estos libros. Eso reconocemos cuando proclamamos los Evangelios o lecturas
en la Misa respecto a su autor humano y terminamos diciendo “Palabra de Dios”.
Dei Verbum destaca entonces la “humanidad” de la
Escritura, pues estos autores humanos escribieron con sus propias facultades,
su forma típica de escribir, su propia visión del mundo, del hombre y de Dios.
Y por eso dirá en DV12 que Dios ha hablado en la Sagrada Escritura “por hombres
y a la manera humana”.
O sea que Dios no ha hablado inventando una manera nueva
de expresar las cosas, sino que ha usado la manera humana de decir las cosas,
de tal forma que la Biblia aparece con toda la apariencia externa de cualquier
otra obra literaria. El lenguaje humano ha sido el vehículo que Dios ha
empleado para hablar con el hombre, para que el hombre le pueda entender.
Analogía de la encarnación
El carácter a la vez divino y humano de la Escritura es
semejante a la forma como en Cristo se dan a la vez el ser Dios y el ser
hombre:
“Las palabras de Dios expresadas
con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como en otro
tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomando la carne de la debilidad humana, se
hizo semejante a los hombres.”
(DV13)
La divinidad de Cristo quedó como oculta por su
humanidad, de tal modo tuvo realmente una vida de hombre. Este misterio lo
expresa admirablemente otra Constitución del CVII, la “Gaudium et Spes”, en un
texto que es sin duda uno de los elementos imprescindibles del “equipaje de
mano” de los creyentes del S. XXI:
“Trabajó con manos de hombre,
pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón
de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los
nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado.” (GS22)
Consecuencias de la “humanidad”
de la Biblia de cara a su interpretación
Como consecuencia de todo lo dicho, si queremos saber lo
que Dios nos ha querido comunicar en los textos bíblicos, no hay más remedio
que seguir el camino que Dios ha seguido para llegar a nosotros, ya que nos ha
hablado “por hombres y a la manera humana” (DV12).
Por lo tanto, el camino para interpretar cualquier texto
de la Escritura es:
·
Conocer la INTENCIÓN
DEL AUTOR. Hay que conocer “lo que pretendieron expresar realmente los
hagiógrafos”. ¿Y cómo se conoce lo que un autor de hace 2000 años o más quiso
expresar en un texto distante de nosotros en el tiempo, en sensibilidad
cultural, en el espacio, etc.? ¿Es posible, incluso, que el autor tuviera
motivaciones inconscientes, que no fueran totalmente claras para él? El
intérprete de la Escritura no tiene la “bola de cristal” para meterse en la
mente del autor. Sólo le queda usar la tupida red de métodos usados para investigar
el sentido de cualquier autor de cualquier obra literaria.
·
Conocer el SENTIDO
QUE DIOS QUISO DAR A ESAS PALABRAS. Esto puede parecer, en principio, ganas
de calentar la cabeza al intérprete. Si ya es difícil saber lo que un autor de
hace 2000 años decía ¿es que ahora las palabras van a tener otro sentido del
que el autor le dio? Un sentido distinto del todo no, pero sí que ocurre
siempre que cualquier obra de arte cuando sale de las manos del autor cobra
“vida propia”, y a veces se carga con sentidos que su autor originario no
pretendió directamente. En este proceso, que por otra parte es común a
cualquier obra de arte. Dios también está presente, y así toda palabra de la
Escritura es susceptible de tener un sentido más amplio, previsto por Dios.
Ya dijimos que para descubrir la intención del autor
debíamos tener en cuenta los géneros literarios. Conviene además que el
intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo
en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según
esos géneros. Y además entender cuidadosamente tanto las formas nativas usadas
de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a
las que se usaban en su época en el trato mutuo de los hombres (cfr. DV12).
Es importante comprender que la verdad se propone y se expresa
de distintas maneras. No hay que confundir el caramelo con el
envoltorio diríamos. No hay que confundir “la verdad” con el “ropaje literario
con que se propone y expresa la verdad”. Confundir ambas cosas es claramente un
“fundamentalismo”. Esta confusión condujo a lamentables disgustos en el pasado
histórico. Por supuesto que existe una verdad, pero no olvidemos que el hombre
es un “ser histórico”. Ciertamente, el hombre puede conocer la verdad, pero es
un conocimiento necesariamente condicionado por su situación histórica. Y
cuando tiene que comunicar esa verdad, lo hace según los modos de hablar de su
época.
En resumen, para
conocer la intención del autor hay que investigar:
·
Las condiciones del tiempo
y la cultura del autor,
·
Los géneros
literarios usados en su época,
·
Las formas de pensar
usadas,
·
Las formas que se usaban en la época para el trato mutuo de los hombres.
Los métodos científicos son necesarios para el estudio de
la Biblia. Estos han esclarecido el sentido de muchos textos de la Biblia y
ayudado a profundizar en la naturaleza misma de la Biblia al poner de relieve
su humanidad, abriendo un diálogo con la cultura y las ciencias modernas.
Criterios de interpretación
Releemos el párrafo final de DV 12:
“Y
como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla
con el mismo Espíritu con que se
escribió para sacar el sentido
exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada
Escritura, teniendo en cuanta la Tradición
viva de toda la Iglesia y la
analogía de la fe. Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para
entender y exponer totalmente el sentido
de la Sagrada Escritura, para que, como en un estudio previo, vaya
madurando el juicio de la Iglesia. Porque todo lo que se refiere a la
interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a
la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de
interpretar la palabra de Dios.”
Comienza el párrafo recordándonos el deber de leer e
interpretar según el Espíritu con que se escribió, para luego dar tres
criterios. El Catecismo de la Iglesia Católica (112-114) recoge y enseña estos
tres criterios que la Iglesia siempre ha sostenido como necesarios para
interpretar correctamente la Biblia:
1.
Prestar una gran atención "al contenido y a la unidad de toda la
Escritura".
En efecto, por muy diferentes que sean los
libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio
de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su
Pascua. (Cf. Lc 24,25-27.44-46).
Sto. Tomas de Aquino enseña que el corazón de
Cristo designa la sagrada escritura. La Sagrada Escritura, por su parte, hace
conocer el corazón de Cristo: "Este
corazón estaba cerrado antes de la Pasión porque la Escritura era oscura. Pero
la Escritura fue abierta después de la Pasión, porque los que en adelante
tienen inteligencia de ella consideran y disciernen de qué manera deben ser
interpretadas las profecías.” (Sto. Tomás de A., Psal. 21,11)
2.
Leer la Escritura en "la Tradición viva de toda la Iglesia".
Según un adagio de los Padres "La Sagrada Escritura está más en el
corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos".
En efecto, la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de
Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la
Escritura. (Orígenes).
3.
Estar atento "a la analogía de la fe".
Por "analogía de la fe" (cf. Rm
12,6) entendemos la cohesión de las
verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.
El sentido de la Escritura (Catecismo I.C. 115-119)
Según una antigua tradición, se pueden distinguir dos
sentidos de la Escritura: el sentido
literal y el sentido espiritual;
este último se subdivide en sentido alegórico,
moral y anagógico. La concordancia profunda de los mismos asegura toda su
riqueza a la lectura viva de la Escritura en la Iglesia.
El sentido literal. Es el sentido significado por las palabras
de la Escritura y descubierto por la exégesis que sigue las reglas de la justa interpretación.
"Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido
literal" (S.Tomás de Aquino).
El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, no
solamente el texto de la Escritura, sino también las realidades y los acontecimientos
de que habla pueden ser signos.
· El sentido alegórico. Podemos adquirir
una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su
significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo es un signo de la victoria
de Cristo y por ello del Bautismo. (cf 1 Co 10,2)
· El sentido moral. Los acontecimientos narrados en
la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos "para
nuestra instrucción" (1 Co 10, 11; cf Hb 3-4,11).
· El sentido anagógico. Podemos ver realidades y
acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce (en griego:
"anagoge") hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la tierra es
signo de la Jerusalén celeste. (cf Ap 21,1-22,5)
Un dístico medieval resume la significación de los cuatro
sentidos: “La letra enseña los hechos, la
alegoría lo que has de creer, el sentido moral lo que has de hacer, y la
anagogia a dónde has de tender.”
Derivada de una palabra griega
relacionada con el nombre del dios Hermes, el supuesto mensajero e intérprete
de los dioses. Sería incorrecto inferir de esto que la palabra denota la
interpretación o la exégesis de la Escritura Sagrada. El uso ha restringido el
significado de la hermenéutica a la ciencia de la exégesis Bíblica, es decir, a
la colección de las reglas que gobiernan la correcta interpretación de la
Escritura Sagrada. Exégesis por
lo tanto se relaciona con la hermenéutica, como la lengua con a la gramática, o
como el razonamiento con la lógica.
Los tres “criterios” que hemos estudiado en el tema anterior,
por tanto, pertenecen a las reglas que la Hermenéutica pone como herramientas
en manos del exégeta.
Un exégeta o intérprete, debe tener en cuenta que su trabajo
interpretativo debe tener las siguientes características:
·
Científicamente
honesta, es decir, que tenga en cuenta los descubrimientos de la ciencia
moderna aplicados a la Biblia (crítica textual, crítica literaria, crítica
histórica, etc.)
·
Eclesialmente
correcta, es decir, que esté en armonía con la auténtica expresión de la fe de
la Iglesia.
·
Existencialmente
eficaz, es decir, que me sirva para iluminar mi vida cotidiana, y dé respuesta
a las preguntas que el creyente se hace.
Por lo tanto, hay niveles y sujetos de
la interpretación:
¿Qué pretende?
|
¿A quién compete?
|
|
Nivel histórico-crítico:
|
Qué nos dice la Biblia sobre los
hechos del pueblo de Israel, de Jesús, de los primeros cristianos… Qué
ocurrió verdaderamente… Es el momento de la Investigación científica.
|
Compete a
todos, pero especialmente a los exégetas
|
Nivel
existencial
|
Qué le dice la Biblia al hombre de hoy
sobre su existencia… Cómo ilumina la Biblia las situaciones del mundo de
hoy…. Momento de la oración y el discernimiento cristiano.
|
A todos,
especialmente a los fieles y en primer lugar a los santos.
|
Nivel
teológico
|
Qué dice la Biblia sobre Dios y su
plan de salvación para el hombre… Es el momento de la revelación y la fe.
|
A todos, pero especialmente
a los Pastores.
|
El primer criterio ineludible, “para no
incurrir en un subjetivismo hermenéutico y sobre todo para captar la Palabra de
Dios en la Biblia es la fidelidad al texto y a su sentido literal.”
Por consiguiente, se ve una evidente necesidad de una crítica literaria e histórica.
Por consiguiente, se ve una evidente necesidad de una crítica literaria e histórica.
La crítica
textual es reconstruir
un texto lo más próximo posible al original, a partir de los testimonios del
texto que hoy tenemos a nuestra disposición.
La crítica
literaria tiene como
función principal participar positivamente en la interpretación doctrinal de la
Biblia a partir del sentido pretendido por el hagiógrafo para lo cual se debe
tener en cuenta los géneros literarios.
La crítica
histórica trata de
descubrir el valor histórico de aquello que el texto narra. Se emplea la
crítica histórica como paso previo para llegar al significado del texto donde
la historia está narrada y expresada con el significado incoherente de los
sucesos salvíficos del pasado.
La hermenéutica
teológica, que supone la
acción del Espíritu Santo en el autor como en el lector, y exige una lectura
global de la Escritura y su lectura eclesial.
Los métodos para la interpretación de
la Biblia en la actualidad son de dos clases:
·
Diacrónicos: tienen en cuenta el origen
y la historia de la formación del texto.
·
Sincrónicos: se acercan al texto, no en
su evolución histórica sino en su estado final.
Ambos métodos se complementan.
Principios de
una hermenéutica teológica
Primer
principio: la Escritura y la Tradición no son
realidades separables; la Escritura se sitúa en el centro del Misterio de la Iglesia.
Segundo
principio: La Escritura es
una realidad litúrgica y profética;
el lugar privilegiado de su interpretación es la liturgia.
Tercer
principio: La Escritura se
interpreta en el contexto de la
Tradición viva de la Iglesia, que asume el valor de epíclesis de la
historia de la salvación.
Cuarto
principio: La Escritura se
interpreta en el contexto de la
totalidad de la historia de la salvación.
Quinto
principio: La
interpretación de la Sagrada Escritura debe respetar el sentido del Misterio.
Como vemos, los principios están
incluidos en los tres criterios que ya estudiamos en el tema anterior. De todas
maneras, tal como leíamos en DV12, el oficio de interpretar auténticamente la
Palabra de Dios ha sido encomendado al Magisterio vivo de la Iglesia.
Pero el Magisterio no está por encima de
la Palabra de Dios, sino a su servicio. Esta función diaconal respecto a la
Palabra de Dios se realiza en la Iglesia de tres formas:
·
Escuchando devotamente la Palabra de Dios
·
Custodiándola, es decir, conservándola.
·
Y Explicándola
fielmente.
Hola no se puede leer texto completo coincide fondo oscuro con letras oscuras 🙂
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